Desde joven, Rafael Bernabe ha participado en luchas sociales de diversos tipos: sindicales, ambientales, estudiantiles y universitarias, en defensa de los derechos de las mujeres y los derechos reproductivos, contra la discriminación y por la descoloniza
Un billboard y dos principios
2024-10-05T13:37:00.000-04:00
Amplio rechazo, incluso horror, ha provocado la construcción de un billboard en el patio de una casa en una zona residencial de Puerto Nuevo. Se le ha descrito como una aberración, justificadamente.
Sin embargo, hay que destacar que el hecho no es resultado de la actitud de un individuo, por criticable que esta sea. Al contrario, la acción corresponde a la regla dominante de nuestro sistema económico: cada cual debe usar su propiedad (si la tiene) como más le convenga para “maximizar” su ingreso. Es la lógica y funcionamiento que algunos defienden con la atractiva etiqueta de “libertad económica”. Se dice que la búsqueda privada de la mayor ganancia posible garantizará el desarrollo económico y el bienestar universal. De la búsqueda ilimitada del bien privado surgirá el bien de todos. Del choque de egoísmos surgirá una comunidad floreciente.
Pero ya vemos los resultados reales de esta teoría: la desintegración de la comunidad y la degradación urbana y ambiental. Por lo mismo, el infame billboard, si bien resulta ser más visible, no es un hecho aislado: la misma lógica opera cuando se alteran vecindarios con la proliferación de alquileres a corto plazo, se aumentan los alquileres en general, se construye en las playas, costas y humedales, o se derriban árboles y destruyen áreas verdes, para dar algunos ejemplos. Son buenos negocios y generan ganancias, a costa de la gente y el ambiente.
El propietario y promotor del billboard se ha defendido planteando que los reglamentos vigentes no requieren el consentimiento de la comunidad para construir ese adefesio. Y tiene razón: sin reglamentación esos son los resultados aberrantes del ejercicio de la mal llamada “libertad económica”.
De hecho, en este cuatrienio se presentó legislación para reglamentar la ubicación y la brillantez de los billboards. La medida, presentada por el PIP y apoyada por Victoria Ciudadana, fue derrotada en el Senado. La razón que se esgrimió, por la senadora Nitza Morán, entre otras voces, era que atentaba contra la “libertad de empresa”. Vemos que cuando hablan de “libertad” en realidad se refieren a la libertad de unos pocos para seguir enriqueciéndose a costa de la gente y del ambiente. A nombre de esa “libertad” también se ha propuesto (por el candidato a la gobernación de Proyecto Dignidad, por ejemplo) eliminar el salario mínimo como una “imposición” dañina.
En realidad, los reglamentos y acciones del estado que rechazan como “imposiciones” y limitaciones a la “libertad” (como el salario mínimo) son medios que tiene la comunidad para defenderse de las consecuencias negativas de la carrera tras la ganancia privada, que produce despropósitos como el billboard. Si la sociedad no impone límites a esa lógica, esas son las consecuencias. La próxima vez que alguien eleve el canto a la “libertad económica”, recuerde la imagen del monstruoso billboard enclavado en un patio de Puerto Nuevo.
Si bien el billboard impuesto a la comunidad es todo un símbolo de la “libertad económica” que algunos defienden, la acción de la comunidad en defensa propia encarna otro principio: la democracia económica, es decir, el derecho de la comunidad a decidir colectivamente qué tipo de actividad económica y desarrollo quiere adoptar e impulsar. Y ese es el principio que debemos abrazar, en al caso del billboard y también más allá: no la libertad de unos pocos, sino la participación democrática de todos y todas en la determinación de nuestro futuro económico, social y ambiental. Mal llamada libertad económica a costa de la mayoría, por un lado, y democracia económica para todos y todas, por otro, esos son los principios que hoy se enfrentan en Puerto Nuevo y todo Puerto Rico.