
La falta de seguridad y su efecto en la salud mental del país
2024-10-08T15:30:00.000-04:00

En Puerto Rico, el crimen violento solo se ve en aumento. Asesinatos y masacres relacionados al narcotráfico, hurtos de auto, violaciones, atracos y más atemorizan día a día a la población.
Del 2023 al 2024, se ha registrado un aumento de sobre 18% en crímenes violentos, una cifra sumamente preocupante para todos, pero más aún para las poblaciones más vulnerables, como las personas de edad avanzada, las mujeres y aquellos que viven bajo el nivel de pobreza.
Esta violencia no solo tiene efectos sobre la población, sino que también afecta el turismo y el desarrollo económico del país. Según un estudio basado en datos del blog TravelSafe-Abroad, Puerto Rico es actualmente considerado uno de los destinos más peligrosos del Caribe.
Debido al miedo que esto causa, muchos puertorriqueños prefieren quedarse en sus casas, poniendo en riesgo su salud mental y la sana convivencia tan importante para el desarrollo del país.
El aislamiento como mecanismo de defensa
Escuchar que “la calle está mala” no es nada nuevo, pero cada vez el peligro se siente más real y más cercano. A menudo, tiroteos relacionados al narcotráfico cobran vidas inocentes, más gente es asaltada y más carros desaparecen de los hogares y estacionamientos públicos.
Como respuesta, muchos puertorriqueños optan por continuar el estilo de vida que dejó la pandemia: quedarse en sus casas y evitar los problemas. De primera instancia, parece una solución razonable, el deseo de toda abuela. Sin embargo, esta decisión tiene repercusiones tanto en el individuo como en el país.
Para muchos, quedarse en sus casas es igual a aislarse por completo, sin pasar tiempo con familiares y amigos ni darse la oportunidad de crear nuevos lazos comunitarios. Esto es un problema que preocupa a los especialistas de la salud mental en Puerto Rico, ya que se ha comprobado que el aislamiento social no solo afecta el bienestar psicológico como exacerbar los síntomas de ansiedad o depresión, sino también la salud física, aumentando, por ejemplo, la probabilidad de eventos cardiovasculares.
Recordemos que el aislamiento no solo implica no querer janguear o ir a las tiendas, sino que también aguanta a la gente de ir al gimnasio, a correr al parque, a jugar a las canchas o a dar simples caminatas por sus comunidades. Este mecanismo de defensa, aunque podría ser efectivo evitando ser víctima del crimen, lo desconecta por completo de una cantidad enorme de factores sociales necesarios para el desarrollo y la supervivencia humana.
Cada vez más puertorriqueños buscan ayuda psicológica. Durante el año 2023, por ejemplo, hubo un aumento de sobre 140,000 llamadas a la línea PAS comparado con el 2022. Uno de los factores que influyen es el aislamiento y sus consecuencias, aparte del miedo y la desesperanza que causan la inseguridad y la difícil situación económica — que, a su vez, aumenta el crimen y pone en situaciones más vulnerables a la población.
El miedo, la desconfianza y el quiebre de la comunidad
El aislamiento que surge a causa del miedo y la desconfianza no solo tiene efectos sobre la salud mental de los individuos, sino que representa un fuerte golpe al ideal comunitario al que todo país aspira. A su vez, esta falta de comunidad aporta al ciclo de violencia e inseguridad en la isla.
Cuando la población se queda en sus casas, no confía en sus vecinos, no visita a sus familiares ni ocupa los espacios públicos, las ciudades pierden la cooperación necesaria para mejorar la educación, el civismo, la responsabilidad ciudadana y la seguridad misma mediante la presencia y actividad en los mismos espacios públicos de los que huyen. Un buen ejemplo son los parques y canchas vacíos, por miedo a que sean lugares propensos a asaltos y secuestros, o porque ya son ocupados por el narcotráfico.
Tradicionalmente, el pueblo puertorriqueño es sumamente bondadoso y cooperador. Estos ideales comunitarios siguen vigentes, evidenciados durante tragedias como el Huracán María o los terremotos del área sur. Sin embargo, son conductas menos comunes debido a este miedo y desconfianza que provoca la inseguridad, incluso en comunidades pequeñas y cercanas.
Sin estas redes de apoyo, los puertorriqueños están en mayor riesgo de recurrir al crimen para resolver sus problemas, especialmente los jóvenes, y en mayor riesgo de daños psicológicos que los impulse a la violencia y otras conductas autodestructivas.
Estos quiebres en la comunidad tienen un efecto dominó que termina afectando al país entero porque resulta en más crimen, menos gente educada y capacitada para la producción económica, más fuga de talentos, menos actividad económica en los centros urbanos, menos turismo y una lista enorme encabezada por una pérdida de vidas que está cada vez más normalizada.
Por esto, parte del plan de gobierno del Movimiento Victoria Ciudadana incluye la implementación de un Consejo Ciudadano de Seguridad Pública Solidaria, en que miembros de las diferentes comunidades tengan la voz directa para atender los asuntos de seguridad pertinentes a sus comunidades. Asimismo, las diferentes agencias de seguridad (no solo la Policía) serán fiscalizadas por el Consejo y rendirán cuentas ante él, poniendo estas agencias al servicio de la comunidad en lugar de a su merced.
Esta iniciativa ayudará a crear lazos y redes más fuertes dentro de las comunidades y mayor confianza en sus líderes. También proveerá una herramienta para recopilar datos e información más eficientemente para que el gobierno pueda servirles de la manera correcta en lugar de implementar estrategias genéricas que no se ajustan a las comunidades.
El abandono de la infraestructura
Además de factores sociales o psicológicos que contribuyen al aumento de la ola criminal, el abandono de la infraestructura a nivel isla es un factor que aporta tanto a la inseguridad como al aislamiento de los puertorriqueños.
Por un lado, la falta de iluminación en numerosas áreas, la ausencia de peatones y actividad ciudadana aportan a la inseguridad creando espacios vulnerables para asaltos, secuestros y violaciones. Los centros urbanos abandonados, las largas calles y avenidas vacías, los estacionamientos amplios y solitarios son todos espacios que se prestan para el crimen y el acoso de personas vulnerables, mayormente mujeres.
Por mucho tiempo, en Puerto Rico se ha insistido en sacar la actividad económica de los centros urbanos y abandonar su mantenimiento como consecuencia. Esto crea centros oscuros y peligrosos donde, en lugar de haber una comunidad vibrante que se cuida a sí misma, lo que hay es miedo y deterioro.
Por otro lado, no hay una infraestructura adecuada para estimular la actividad y participación ciudadana en los espacios públicos. Esto incluye el poco mantenimiento de parques y canchas, así como la poca infraestructura que de por sí existe para el peatonaje. Aceras destruidas, obstruidas, pasos peatonales borrados, semáforos peatonales que no sirven y un sistema de transportación pública deficiente (e inexistente fuera del Área Metropolitana) son algunas de las razones por las que muchos puertorriqueños optan por quedarse en sus casas en lugar de ejercitarse, visitar amigos y vecinos cercanos, participar de actividades comunitarias o aportar a la economía de su vecindad.
El MVC también está comprometido con implementar un Modelo Urbanístico de Seguridad que atienda estos problemas, manteniendo limpias las calles, rehabilitando estructuras abandonadas y diseñando calles y aceras adecuadas que promuevan el peatonaje y el ciclismo.
La esperanza está en la comunidad
La vida y la salud de Puerto Rico están en juego. Entre la enorme ola criminal y un diseño urbano que no le sirve a sus ciudadanos, los puertorriqueños están cada vez más propensos a desórdenes psicológicos, una pérdida de esperanza y una calidad de vida en declive.
El MVC apuesta al poder del pueblo, a darle voz a todos los sectores del país sobre cómo mejorar sus vecindarios y regiones, a proveer espacios públicos adecuados para la recreación, el ejercicio y la creación de lazos y redes de apoyo que aumenten la calidad de vida de todos los puertorriqueños. Para tener país, primero hay que tener comunidad.